viernes, 31 de enero de 2014

13- Protozoa y organelas. Grabación de una música



Relato sobre la composición instrumental “Protozoa y organelas”




La música... primitiva, antigua, ancestral, añejada en la faz de la tierra humana, aquella que nació con el hombre y aquella aún más vieja, el movimiento de los átomos, el ritmo de las células, la energía de la vida, la esencia del humano.
De donde sacamos la idea de que hay que grabar discos de “altísima calidad”. ¿Quién nos impuso esa mentira?

La “Grabación”, el “Disco”, ¿fue sólo otro cuento capitalista para desarrollar y activar una industria poderosa en un mecanismo económico? ¿Es la comodidad burguesa de tener a los músicos tocando para nosotros en nuestro living? ¿Es el inevitable desarrollo histórico de una cultura? ¿Es simplemente otra forma de expresión de un antiguo arte? ¿Es todo ésto a la vez?
Hasta principios de siglo XX la música se “tocaba”. El registro sonoro, es decir el sonido desprendido de la acción de tocar un instrumento no existía. Y es que el concepto de “en vivo” carecía de sentido. El "en vivo" era la música en sí. El “en vivo” nació cuando nació su opositor, la “grabación”.

La novedad comenzó con el invento del fonógrafo (sisema de grabación mecánica analógica) a finales del siglo XIX y con el posterior desarrollo de las técnicas y tecnologías de grabación, comenzaron a grabarse a los músicos tocando. Ya para los años cincuenta del siglo pasado, grabar a los músicos tocando en vivo en un estudio cerrado era algo común. En general, no era un ritual. No iba dirigido en esos momentos a un público reducido, real, presente, sino potencial, futuro y, por supuesto, siguiendo los mandamientos de la rueda capitalista… a MAYOR CANTIDAD DE GENTE. Los discos comenzaron a ser un bien de consumo masivo. La costumbre de escuchar música cambió. La música se grababa “en vivo”. Pensemos en las orquestas de jazz o en las orquestas de tango de esa época. Todos los músicos tocando al mismo tiempo una obra mientras eran grabados. Y de aquí comienza una larga carrera de “perfección en la calidad sonora de la grabación” El deseo casi histérico de los músicos, productores, empresarios (y finalmente, el público) en grabar y escucharse “mejor”. Aún sacrificando la “vieja usanza” del arte musical, simplemente… tocar y escuchar lo tocado. Y hasta algo que hubiera perturbado a cualquier persona o músico anterior al siglo XX…, los músicos graban por separados en post de una mejor calidad en la grabación. Además, la posibilidad de tocar 40 veces la misma parte en post de una perfección técnica y expresiva que algún productor creía era la mejor.
A esto se suman las necesidades del mercado que incluye desarrollos tecnológicos para la grabación, inventos de productos para la reproducción, compra y venta masiva de discos y bienes relacionados, no tanto con la música, sino con la industria musical, que a mi criterio, no es lo mismo.

Hoy en día, ¿está mal gastarse miles en un disco de estudio, grabando todos los músicos sus instrumentos por separados, mezclando y masterizando una y otra vez, procesando ese audio, dándolo vuelta, trabajándolo, agregándole, sacándole, exprimiendo y transformando las ondas acústicas originales que fueron grabadas todo en post de una “óptima calidad”?
No, para mí, no está mal, pero lo veo como sólo una opción más, es sólo una forma de trabajar el sonido musical. Una entre otras formas, NUNCA la única, ni la mejor. Pero durante muchos años la gente, los músicos, tenían internalizado que el mejor disco es el de mejor calidad de grabación. Pero, según creo, esta forma de pensar producto de una mentira que nos han impuesto desde los años 60 en adelante, comienza a desgajarse poco a poco en nuestros días.
¿Por qué esta introducción de tinte histórica? Porque Protozoa y Organelas y en los demás temas “en vivo” de Bosque Azul, hicimos una grabación de nuestra música, un registro sonoro de la sesión de Submarino Espacial. No suena óptimamente, ni quisimos que sonara óptimamente ya que preferimos tocarlo los tres juntos. Y encima, Protozoa y Organelas esta como primer tema del disco. ¿Estamos locos? No simplemente la energía musical es más fuerte, que cualquier verdad o receta de un sistema económico cultural. Al menos así lo creo yo.
Protozoa y Organelas es música grabada, no una “grabación”. Es primitiva como su nombre. Tocamos como si estuviéramos en ese caldo primigenio, en los primeros mares pocos profundos del planeta. Donde la simplicidad se abría paso. Donde en medio del “ruido” de las moléculas chocando, la única mezcla era la de las enzimas probando nuevas asociaciones. Luchando entre sí, replicándose, dominándose. Las primeras organelas endosiombióticas y los primeros protozoos hicieron ruido. Un ruido desprolijo, crudo. Aunque no había nadie para “escuchar” las ondas sonoras resultantes de los choques, y mucho menos, adjudicarles cualidades musicales, las asociaciones y las batallas celulares reinaron en el joven planeta azul. Así los átomos se propagaron desprolijamente en los primeros millones de años de esta historia.
Luego durante mucho tiempo, el hombre hizo música, con variedad de objetos, desde tallados artefactos hueseados a delicados instrumentos musicales. Pero en común tenían la propagación “en vivo” del sonido. Y si en una fogata oscura en un remoto rito dionisíaco o en medio de una opulenta corte medieval, la música de los instrumentos se mezclaba, se unía, se fundía con todo tipo de ruidos naturales ya sea del viento, de los animales, de la gente que rodeaba a los músicos o mil posibilidades más, y todo era parte del rito, o del concierto. El ruido ambiente forma parte del discurso musical.

Y fue así hasta el siglo XX, que con su desarrollo tecnológico inventó la “grabación”. Y si bien fue mucha la gente entusiasmada con las nuevas posibilidades tecnológicas de plasmar el arte musical, también hubo muchas voces espantadas por su naturaleza artificial y sacrílega.
A la hora de juzgar un disco, no olvidemos la mercantilización del “arte más etéreo”, como llamaban los griegos a la música. El disco, ese producto tan caro de hacer y tan caro de comprar. El enorme mercado articulado y creado en torno a ese bien de consumo. Aquel enorme negocio que comenzó en los años 20, 30 y duró hasta esta década. En el presente los formatos MP3, etc. están carcomiendo y suplantando esta realidad. Aún sacrificando “calidad sonora”, la gente prefirió accesibilidad, prefirió MÚSICA, que al fin y al cabo, es lo que existía en los antiguos rituales o conciertos… música acompañada de ruidos y naturaleza humana. Aunque hoy sean otro tipo de ruidos, la esencia es la misma y es la que prima.

Protozoa y Organelas, al igual que los demás temas en vivo de Bosque Azul, no puede ser tocado por nosotros por separado, no puede modificarse el audio de la grabación en post de mejoras en calidad, y no puede ser rebajado a la categoría “DEMO” esa categoría creada por las grandes mutinacionales de la música, para desvirtuar aquella música que no es grabada, pagando miles de dólares en un estudio de grabación.
Protozoa y Organelas es música ritual, es la tragedia de las primeras moléculas, al escucharla puede uno meterse en esa desprolijidad de lo auténtico. No es una grabación de estudio, es música grabada, que no es lo mismo.  






FIN




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