viernes, 31 de enero de 2014

Índice, prólogo y libro

Relatos de un submarinista espacial

por Maximiliano Salomoni


Índice

Parte I. De relatos, cuentos y poesías














Parte II. Canciones de un bosque azul















Prólogo


El presente libro se nutre de una selección de mis aportes literarios realizados para la Revista Digital Submarino Espacial. Ésta revista, la cual tuve el placer y la responsabilidad de editar, diseñar y coordinar durante dos años, se convirtió en un colectivo de distintos artistas, escritores, periodistas y demás seres creativos que brindaron desinteresadamente sus aportes. La misma formaba parte del proyecto multimedia Submarino Espacial, con el cual publicamos dos discos, varios video clips, shows multimedia en vivo y la ya citada revista digital con contenidos variados (http://www.revistasubmarino.com.ar).


Maximiliano




Licencia Creative Commons
Relatos de un submarinista espacial por Maximiliano Salomoni se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.



Primera Parte

Parte I. De relatos, cuentos y poesías



Historias aisladas de la Historia humana




Cuenta nuestra Historia que en 1658, el pirata Timoleón de Osmat, Caballero de la Fontaine, quiso tomar la pequeña, pero incipiente ciudad de Buenos Aires desembarcando en su costa. Ante la inminente llegada del pirata, un grupo de porteños, tanto oficiales marinos como vecinos autoconvocados, lograron rechazarlo. Así, gracias a la feroz defensa de los rioplatenses, en aquella matutina batalla naval, el pirata perdió su nave capitana: la “Marechale”, que fue apresada río adentro muy cerca de la costa del próspero puerto del Río de la Plata. Otras dos naves fueron destruidas. La acción fue llevada a cabo por la nave “Santa Agueda”, que las persiguió, en compañía de dos naves holandesas, y las combatió en el río. El pirata perdió la vida en el hecho. O eso es lo que se creyó.

Otros acontecimientos, no tan conocidos, ocurrieron también en esos tiempos. Dos semanas después, otro suceso, bastante menor, fue noticia entre los porteños de la próspera ciudad.

Cerca de las 10 de la mañana del 18 de diciembre de 1658, se escuchó una sorprendente explosión, fue en la vieja pulpería de Jacobo, situada en la callejuela frente al muelle del canal principal. El fuerte sonido retumbó en la torre de defensa de la Guardia del Riachuelo alterando la cotidianidad de los trajines y el bullicio de la vida portuaria. La onda expansiva hizo rechinar a la estructura de madera de la torre con un sonido seco y quebrado. En un instante una muchedumbre se reunía frente a la abatida pulpería. Los curiosos que se agolpaban sobre los restos de la rambla de madera del frente de la pulpería, aportaban un sin fin de sonidos cortos y estridentes con sus pisadas, así, los tocs tocs desordenados e irritantes, sumaban mayor confusión a la escena. Las voces aportaban aún más caos.

Se escuchaban en distintas lenguas preguntas y respuestas de las más variadas. Entre las voces y gritos de alarma, un guardia repetía sin cansarse y a modo de ostinato… -¡Eso os ocurre por vender la maldita pólvora!

La gente convocada por la explosión, mayoritariamente marinos y peones del puerto que trabajaban en los muelles y callejuelas cercanas, comenzaron a revolver los escombros. El cadáver de Jacobo, muy maltrecho por la explosión, fue lo primero que encontraron. Luego, en lo que fuera una pequeña habitación, bajo una enorme mesa de sólida madera, un harapiento niño muy mal herido. Enseguida los sorprendidos rioplatenses corrieron en busca del médico. Más tarde, ya consciente, el niño contó al oficial que lo interrogó, que había ido a la pulpería a pedir una hogaza de pan para comer cuando una gran explosión lo derrumbó bajo una mesa.

Hacia la tarde, el griterío de la muchedumbre que seguía sacando escombros de la pulpería se mezclaba con traqueteo de las actividades portuarias, muy intensas ese día, ya que un inmenso buque mercante de origen francés, el Pétrel Côstes, debía partir de Buenos Aires al día siguiente.

Debido a la poca profundidad de las aguas costeras y al estar el puerto asentado sobre una lengüeta de arena, los barcos debían anclar a cierta distancia de la costa. Por lo que las carretas iban por la playa hasta llegar cerca de las embarcaciones, cargar o descargar allí las mercancías y traerlas a tierra firme. Los caballos relinchaban exasperantes sonidos de enojo, ya que ese día el viento costero soplaba fuertemente y hacía aún más dificultosa la descarga. El sonido de la carga y descarga de mercancías era constante y se mezclaba con los gritos rechinantes de la enorme cantidad de gaviotas que merodeaban los cargamentos.

Los últimos y apresurados preparativos para zarpar ofrecían toda una rica gama de lenguajes cosmopolitas. Esto es lo que le gustaba de la vida de marinero a Pierre, un joven marino francés del Pétrel Côstes, que escuchaba fascinado a los peones rioplatenses, sus voces se mezclaban con las de marineros de otras regiones del planeta, que deambulaban por todo el precario puerto. La mayoría provenían de Portugal, expulsados de la Europa antisemita y subsistían en estas latitudes como mercaderes marinos.

Pierre se apresuró a terminar de amarrar unas cuerdas, eran ya las últimas horas de la calurosa tarde porteña. Al día siguiente partía el buque que lo llevaría a su patria natal, las ansias de volver a su hogar eran inmensas. Cuatro años de puertos exóticos alrededor del mundo eran suficientes para él -quatre ans est suffisante- se repetía a sí mismo. Pero sus pensamientos fueron fugazmente interrumpidos por lo que le parecíó un quejido humano. Provenía de atrás de unas cargas. Gritó, en su idioma francés si todo estaba bien, pero no obtuvo respuesta. Decidió acercarse al enorme cargamento de madera. Cuando llegó a la parte de atrás vio a un hombre mal herido arrinconado en un hueco -par Jésus-Christ! Qui êtes-vous? –exclamó Pierre, y su sorprendido rostro se suavizó cuando escuchó al extraño hombre pronunciar su lengua… -s'il vous plaît! aidez-moi !- El hombre arrumbado contra la esquina del cargamento se dirigió a Pierre rogándole que no lo delatase. Le explicó que era compatriota suyo y que solo quería volver a su ciudad natal. Le contó que unos lugareños del Rio de La Plata le habían robado el equipaje y todo su dinero –coquin!- y, en la pelea, su brazo resultó herido. Le suplicó que sin dinero no podría volver a Francia y que por favor le ayudara. Pero Pierre le explicó que el número de tripulantes estaba lleno y que no lo admitirían como pasajero ni como marinero. No había ni un solo lugar disponible insistió Pierre. Ante la súplica del extraño hombre, decidió ayudarlo trayéndole vendajes, limpiando y cerrando la herida -Clair que je vais guérir vos blessures, ne vous inquiétez pas mon ami. Luego le explicó que podía pasar la noche ahí que él no lo delataría pero que a la mañana temprano antes del amanecer lo conduciría a tierra.

En San Miguel del Tucumán, muchos años después de aquel día en el puerto porteño, en una noche de terrible borrachera, un hombre le contó a una prostituta con la que se encontraba regularmente, que cuando era chico lo encerraron durante casi dos semanas en una habitación y fue obligado a mantener sexo con dos hombres. Le contó a la prostituta como un día, siendo él un niño pobre, había entrado a una pulpería del puerto de Buenos Aires a pedir una hogaza de pan para comer y el dueño lo encerró en una habitación. De día, mientras la pulpería estaba abierta lo mantenía atado y amordazado. Le contó que otro hombre, que hablaba un extraño idioma, también estaba en esa habitación. Este extraño hombre le pagaba unas monedas de oro al dueño de la pulpería para que éste lo mantuviera oculto, y aunque nunca supo por qué, le dijo a la prostituta que él pensaba que debería ser algún convicto buscado por las autoridades. Pero lo cierto es que un día el extraño hombre, luego de una pelea en la que el dueño de la pulpería hirió al extraño, éste, finalmente lo redujo y lo mató fracturándole el cuello. Guardándose las monedas de oro que le había dado. Desató y abusó nuevamente de él y luego preparó la pólvora para volar la pulpería. Le contó que cuando cerró la puerta el extraño, él alcanzó a refugiarse bajo una mesa que le salvó la vida.

Unos meses después de aquel día en que voló la pulpería en Buenos Aires, una mujer, en la ciudad portuaria de La Rochelle en Francia, al desembarcar el buque Pétrel Côstes proveniente de un largo viaje de más de cuatro años, busca, como otras mujeres y familias desesperadamente a su marido entre los marineros y tripulantes que descienden del barco -Où est-il? où est-il?- A diferencia de las otras mujeres, ésta, nunca lo encontró.

Una semana después de aquel día en que voló la pulpería, en un pequeño arroyo del Rio de La Plata, Álvaro, pescando en un bote con su hermano mayor forcejeó al ver que se le había enredado el hilo con el que pescaba. La experiencia aquella, que hizo que nunca más quisiera pescar, la contó durante toda su vida el hermano mayor de Álvaro a todos sus hijos y nietos. Su relato narra cómo su hermano menor tironeó de la improvisada caña de pescar hasta que logró atraer hacia el bote aquello con lo que estaba enredada, su grito fue agudísimo al ver la pierna de un cadáver. El cadáver en cuestión nunca fue reconocido por nadie.


Extraños acontecimientos ocurren cotidianamente, de los cuales, no sólo no nos enteramos, sino que, de enterarnos, pasan como sucesos aparentemente inconexos con otros hechos y noticias que desconocemos. La historia se forja también con estos hechos aparentemente inconexos. A veces las conexiones se pierden para siempre y se vuelven historias aisladas en la historia humana.






Caballos robados



La luna no quiso ser cómplice, y sabiendo que ésta los denunciaría, esperaron a que sólo su cuarto menguante observara desde las alturas.

Arrastrándose sigilosamente cuatro hombres desnudos avanzan por el pasto acercándose cada vez más al establo. La creencia de campo resulta cierta, ya que los perros duermen sin sospechar ni un rabo lo que está ocurriendo.

- ¡Teníamos que venir en bolas! -le susurra de cerca Marcos al gordo Leta, mientras se saca una hoja de cardo de la rodilla.
- ¡Ya te explicamo! dicen que si vas en bolas no te olfatean. Y no te quejes más que tamos todos en la misma. Dale seguí.

El Túcu es el primero en llegar hasta el portón. La noche hace sentir su pesado frío y el sonido de los grillos es más fuerte de lo que se podía creer. Detrás de él llega Julito. Luego el gordo Leta y casi a su lado Marquitos. Sin decirse nada, el Túcu corta, con una navajita diminuta que llevaba agarrada con los dientes, la cinta de embalar que rodea la cintura del Julito. El gordo Leta agarra la pinza que estaba pegada a la espalda, se incorpora muy lentamente y de un golpe maestro, con toda experiencia, corta el precario candado que prohibía el paso al establo. Entran.

Los mansos caballos apenas se inmutaron. Los cuatreros sabían lo que hacían. Un caballo para cada uno.

Ante el rápido galope, la luna y los grillos nada pudieron hacer. Así la noche de campo siguió su existencia a un ritmo milenario.

Pero la mañana fue violenta y desesperada. Cargada de angustia, incertidumbre y bronca. Al menos así lo fue para los guardaparques. Sus amigos, los caballos, fueron robados.

En un viejo galpón de la estancia, Marcos monta guardia, Julito echado adentro frente a los caballos duerme su siesta de mediodía. Sentado fuera al costado del portón, en un gran tacho de pintura viejo, la cara de Marcos es iluminada fugazmente con el reflejo del sol en el vidrio de la camioneta en la que llegan sus compañeros cuatreros con el jefe. Los cuatreros mayores: El gordo Leta y el Túcu, cuyas edades rondan los cuarenta, lucen los vestigios de vidas duras, de excesos y changas, de temporadas en cárceles y vida de alcohol al rayo del sol. Por un instante Marcos piensa en cómo vino a dar con estos sujetos. ¡Claro! por medio de Julito, recuerda, su compañero de internado. El Tucu, amigo del padre lo sacó a Julito de minoridad y éste al pedirle por su amigo, movió algunas palancas y lo sacó también a él. A veces Marcos no sabía que era peor, minoridad o afuera de “cuatrero” con estos tipos. A los 18 se iría lejos se consolaba siempre. -Me voy a la mierda de acá, no me ven nunca más -se repetía Marcos –Un año más, un año más –agregó.

La camioneta y la nube de polvo del camino avanzaban rápidamente hasta llegar a unos metros del galpón. Julito despertó de su siesta.

- ¿Todo bien amigo? -Le grita mientras bajan de la súper-camioneta negra.

- ¡Todo bien! -Responde Marcos.
El jefe bajó ultimo de la cuatro por cuatro, y caminó hacia la puerta del establo, miró a los caballos con un ánimo de desdén, quizás como muestra de liderazgo ante sus peones haciendo alarde de ser Comisario de la policía o quizás por simple costumbre de hacer alarde.

- ¡Así que éstos son! ¡ Lindos bichos pa morcilla, van pal mataderos éstos, sabías pibe?

- ¡Cómo al matadero!- exclamó Marcos sorprendido - ¿No los iban a vender a un campo de Santa Fé?
- No pibe, cambio de planes, a último momento se tiró atrás el rosarino garca ese. Ahora me los compra uno que conozco, él se encarga de todo, yo ni me ensucio.

Ante la risa de sus compañeros cuatreros, Marcos, casi sin pensar exclamaba…

- ¡Pero no! nos los mate, mire que buenos caballos, son fuertes, tan bien cuidados, seguro puede sacar buena plata…

- Sí, ¿y qué hago con los animales acá mientras consigo otro boludo que los compre? No pibe a éstos me los saco de encima hoy.

- Si Marquitos no te pongas sentimental, che -le gritó el Gordo Leta.

Marcos comprende la situación en la que se encuentra, baja la mirada y se queda callado.

- Pasa Jefe que el pibe salió muy sentimental del internado ese. Pero es buen pibe.
- Bueno, escuchame sentimental –le dice el Comisario a Marcos – a la noche va a venir un camión. Ayudá a subirlos y yo mañana a la mañana vengo y arreglamos lo que habíamos pactado. ¿Ta? –Mira a los otros tres.

- Si jefe, todo bien, nosotros también cargamos y mañana lo esperamos acá.

- No se haga problema- le dice el Gordo Leta al jefe.

- Buen, me voy, ¡hoy tengo un día de mierda!

- Bueno, listo así quedamo –Le dice el Gordo Leta mientras lo acompaña a la cuatro por cuatro.


Marcos entra al galpón donde estaban amarrados los caballos, se sienta contra la pared y se queda pensativo. De fondo, la conversación de sus compañeros cuatreros en la entrada del galpón, que se quedan sentados ahí preparándose para la siesta.

Marcos mira los caballos, mira a un caballo, mira a sus ojos y el caballo lo mira, mira a los ojos a Marcos. Marcos baja la mirada y entiende y siente que podría llorar pero su vida dura como el pavimento no lo permite. Vuelve a pensar en cómo fue a parar con esos tipos. Julito se acerca a él y le dice resignadamente…

- Qué viejo gato éste, matar a estos bichos, ¡ta re loco!


La llegada de la noche trae consigo al camión tal cual los planes. Atisbado de barro pero bien cuidado, el Scania rojizo luce como un gran dragón de acero, casi de juguete, pero sólido como un tanque de guerra. De forma inesperada y casi como una nota de color, un pequeño hombrecillo sale de la cabina. Y así mientras suben los caballos al camión, Marcos debe escuchar al insoportable duende-camionero que no parará de hablar de todas sus andanzas con todas las putas de sus viajes y de cómo gracias al Comisario gana plata simplemente llevando caballos de un lugar a otro.

Subir los caballos fue rápido. Pero para Marcos fue un momento interminable.

- ¡Después les traigo mortadela! -gritó el camionero-duende riendo y despidiéndose de los cuatreros.


Esto fue el colmo para Marcos, la chispa que faltaba para explotar de bronca y asco ante semejante cinismo.


Marcos de un salto se coloca delante del camión y hace señas para que lo detenga. Los cuatreros sorprendidos van hacia el camión para ver que pasa y al llegar escuchan a Marcos decirle al camionero…

- ¡Antonio! Ya que vas por la ruta ¿no me tirás en el bar del Toto?

- ¡Ah, hijo e tigre! ¡Hay buenas putas ahí! Marcos poniendo cara de sátiro responde…

- ¡y bue! ¡Tanto caballo, tanto caballo, ahora quiero una yeguita! –Todos se ríen y festejan a Marcos. -Dale subí que te llevo, dijo el grotesco camionero.


Lo que sigue es producto del ritmo vertiginoso en el que ocurrieron los hechos. No tendría otro sentido que el que no sea perderlo o desvirtuarlo si utilizara una descripción narrativa detallada y desplegada, ya que, ocurre a veces, en la vida, hechos que irónicamente acontecen en un tempo de crónica periodística más que de narración literaria.


Después de varios kilómetros, ya en la oscuridad de la ruta 36, Marcos apunta con un arma al chofer y le hace señas de que frene el camión, pero el pequeño camionero forcejea con él e intenta sacarle el arma, en ese momento el camión embiste y choca con algo en la ruta. Distraído por la sorpresa de la embestida, el camionero sin querer, con su brazo abre la puerta, Marcos rápido patea. La caída fue con un grito desesperado del camionero. Al frenar el camión, Marcos baja apuntando con el arma, pero es en vano, porque constata inmediatamente lo que el duro pavimento puede hacer en un hombre. Esta muerto.

Detrás, en la banquina, el motivo de la embestida: una moto Honda Tornado, tirada cerca del borde de la ruta y a unos metros un hombre sin casco tendido en el pasto, al acercarse ve que el motociclista, de espaldas a él, intenta incorporarse medio confundido y torpe pero en buen estado, y antes de que éste se de vuelta…le da un golpe certero y calculado.

Casi sin pensarlo, acelera el camión con rumbo cierto. A toda velocidad, pues sabe que sólo dispone de unas horas antes de que el Jefe se entere de que los caballos no llegaron, avanza a toda máquina por Ruta 36. A la media hora ya entrando en La Plata desvía de la ruta y toma un camino corto hasta el desarmadero ilegal del Colo. A esas horas y semejante camión no hizo esperar demasiado, a que saliera su dueño. Marcos baja la Honda Tornado del Scania y después de saludar al Colo, va directamente al grano.

- Tengo esto para vos, ¿cuánto hay? Sabía que el Colo no preguntaba, prefería invertir ese tiempo en desarmar.

Marcos subió al camión con el suficiente dinero en el bolsillo y rápido tomó de nuevo la Ruta 36 y no paró sino hasta que llegó a una estancia cuya larga y arbolada entrada llegaba hasta la ruta. Allí, a un costado del portón de entrada, dejó amordazado, y con los ojos vendados al motociclista que todavía seguía inconsciente. Calculó que a la estancia no entraría ni saldría nadie hasta la mañana. El desafortunado motociclista podía esperar.


A las 6 menos 10 de la mañana, llegó a Pereyra Iraola, luego de limpiar minuciosamente sus huellas en el camión, condujo hacia el interior del Parque y al llegar a unos 100 metros de la casa de Guardaparques, estacionó el camión con la lona de atrás corrida para que los caballos se asomaran.

Como todos saben, muy cerca de la casa de Guardaparques de Pereyra Iraola se encuentra una pequeña estación de trenes en la qué estos van y vienen hacia Capital Federal y La Plata. Un tren pasa rumbo a Capital Federal proveniente de La Plata a las 6:15 y los guardaparques no se levantan sino hasta las 6:30. Con el tiempo justo aguardó como una sombra humana que huye de los primeros rayos del sol, oculto detrás de la pequeña y desolada estación y cuando el primer tren del día se detuvo se lanzó hacia su interior. Al estar la pequeña estación de trenes dentro de un Parque provincial, no se cobra boleto desde esa estación. El robo de los caballos hizo que aprendiera estos detalles sobre el Parque Pereyra Iraola, que irónicamente ahora le servían para escapar de nuevo del Parque.


Mientras llegó a Capital Federal tuvo tiempo de pensar sobre dónde huir, y de lo que si estaba seguro, es que esta vez no desperdiciaría la oportunidad de comenzar su vida de nuevo.

De pronto se acordó de una vieja canción y esa fue su respuesta. Al llegar a Constitución, luego de comprar unas facturas con dulce de leche, tomó otro tren. El estribillo del Flaco le dio las indicaciones…


Toma el tren hacia el sur, allá te irá bien…” *



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* ”Toma el tren hacia el sur” Intérprete: Almendra , Autor: Luis Alberto Spinetta
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El relato “Caballos robados” está inspirado en un hecho real: El robo de caballos de Guardaparques del Parque Provincial Pereyra Iraola de la Provincia de Buenos Aires, Argentina. Sin embargo, el desarrollo del relato es pura ficción, y cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia.






Sobre el viento y la mar




Extraña voz que el viento elevó

Y en tus ojos mar mi destino encayó

Me agito ciego ante un místico sol

Surjo en arenas de un tiempo canción


Canta Sirena tu música hoy

Canta y envuélveme con tu licor


Feliz tamarisco la brisa te arenó

Mas, pronto tu duna el viento taló

Noches de amor en sueños

Se hundió la arena y el tiempo cayó/calló


Canta sirena tu música hoy

Lejos, en olas de tiempo ilusión


Largo ve el camino el viento si cruza la mar

Aquello por lo que deberá siempre marchar


Cada ola es canción de viento y mar

Música, hipnosis, sueños, realidad


Y cada ola es viento y mar



¡Nadaré en tu música!








Al gran pasto argentino… ¡Salud!





El auto avanzaba por las pampas bonaerenses de principios del siglo XX, el camino se borraba permanentemente, apenas una delgada huella de gramíneas transitadas, que, duras y verde-amarillas insistían en rebrotar y colonizar.
-Le ganamos la colonización de estas tierras a las gramíneas –bromeaba el escribano Fuentes Vespucio Saavedra de Orza Ruiz, pero la Señora estaba absorta mirando por la ventanilla.

Eran los horizontes alejados y contorneados por millones de Cola de Zorro, los que llamaban su atención, daban un aspecto de cima entre nubes irreales. Todo eso transcurría en un tempo automóvile. La ventanilla, parecía una pantalla de cine reducida de tamaño y de muy baja calidad cuya imagen saltaba en un ritmo liso y también abrupto. La imagen se movía por el auto, las colas de zorro se movían por el viento.
Le parecía por momentos una hipnosis, por momentos un vómito. La pampa era un país primitivo, donde el viento es un rey pagano. Donde los malos espíritus vuelan muy veloces. Se esconden…, se esconden entre los matorrales retorcidos de esos árboles “Tabas” o “Talas” o como le llamen. Llenos de espinas y pastos prehistóricos, donde la cruz cuenta una muy corta historia.

Eran estos los lugares por los que el auto intentaba avanzar, pisando, secando, pisando, secando, pisando...

Y logró luego pisar en caminos de piedrillas, luego más lisos aún, luego más asfálticos, más muertos de vida. Las ruedas ya no pisaban y mataban a las gramíneas colonizadoras de la pampa argentina, sino el asfalto, la ruta, la población, la comunicación, la red no virtual de civilización que se extendió por la pampa de ese color argentino. Luego esas casas de cemento comenzaron a oscurecer la tierra, y unos animales domesticados y “de granja” nunca vistos antes, comenzaron a comerlas.

-¡Adiós pampa gramínea! -la cargaban otras espigas. Espigas vendidas como esclavas, creadas y criadas por la mano humana, cebo de ratas. Artificiales, clonadas desde hace ya miles de años, como planta esclava. Espiga dorada de un dios lejano llegada a la pampa de la nada. ¡Por el Rey Viento no vinieron! llegaron por agua, en cajas flotante de madera humana.

¡Adiós pampa gramínea! Autóctona te llamarán las lenguas exóticas que te secaran viva. Conquistadora vencida.

Por años, erguidas como el Gran Pasto de los Sures, ahora mendigas en jardines, un lugar donde crecer, aunque ya no formes el paisaje, sino solo paisajismo decó. O un lugarcito en algún baldío en una cuadra de edificios rancios y podridos, entre sombras, escombros y olvido.

El gran Ford T se zarandeaba como juguete con confite en su interior. Avanzaba a paso zamba entre las pampas argentinas. Los autos conquistaron Argentina, de a poco, gradualmente fueron incorporándose a la región los nuevos dueños. Se ramificaron en lotes de ridícula dimensión que llamarían “patio grande”. Algunos pastos con suerte siguieron viendo la luz en las llamadas plazas descuidadas y terrenos en inversión.

Lo cierto es, amigo pasto-pampa, que tu reinado acabó. Pero esperas a la sombra reducido y latente, en sumisa posición, pronto será tu semilla ejército de salvación. Tal vez serán mil años, o dos mil, o un millón. Todo imperio cae al ras del pasto cuando llega la ocasión.

Con tu aliado el Dios Viento y un poco del Dios Sol, los lotes volverán a ser desiertos.
Reinados indomables que forman tu sueño de un pasado mejor.

Al gran pasto argentino… ¡Salud!








¡Plus! ¡Cuán perfecto seas!





La mano de Dios Uno, cuan fina ironía, se posó sobre mi hombro para mostrarme la hombría.

¡Dios Universo! absorbes a grandes soplos la humana ironía
Para el macho y la hembra humana ¡Uno no es nada!

Pues sus manos culturales cincelaron en sus mentes la proclamación de su historia,
el cuento de niños, la canción de cuna.

¡Dios Universo!
Y Vos, relajado cuan anónimo, dejas que te confundan con el dios valuado.

¡Dios Universo!
Te ignora Ignorancia quien le sirve a aquel dios con abundancia
le compra el pan, le vende cuan venda, le vive como mundano.

Y le da forma, le da espacio, tiempo, color humano,
y le pone nombre, voz, manos en las letras y más letras

¡Hasta una familia!

Ése dios no eres Vos, instante fundido de mística experiencia, Uno,
como abajo es arriba, como arriba es abajo

Mientras en lágrimas se realiza la tragedia
en el día a día, en la misma era,
crece la parodia comedia.

Pero más allá de allá y de acá
Universo se manifiesta ...

"con-fina"... ironía.








La Matanza





Ese hombre es bueno, es generoso, tiene dinero sí, pero es generoso, es gente de plata y es generoso, es gente de plata pero es generoso.

Ese hombre gusta de la naturaleza por eso se fue a vivir a un country, pero duró poco en ese lugar. Sus vecinos -empresarios-jergarcas-nazis-de-medio-pelo- sólo hablaban en estos términos: ¡En este país no hay seguridad! ¡Al conurbano hay que alambrarlo y dejarlos todos adentro; sólo dejarlos salir en camiones para asfaltar rutas y esas cosas! Le pareció horrible vivir ahí, sus vecinos eran dueños y accionistas de grandes empresas y como es la tradición en estas latitudes, de oligarquías buscadoras de intereses personales e inmediatos, poco, es decir, nada, le importaba el desarrollo de un modelo “país”, eran empresarios personales, no empresarios de una nación. No proyectaban hacia un futuro como sociedad, sino que especulaban y proyectaban su propio camino.

Ese hombre, no aguantó el country y llevó a su familia lejos de ese campamento-de-rubias platinadas-esposas-de-los-mercaderes-jergarcas-nazis-de medio-pelo y se instaló en las afueras de la ciudad. Un barrio bien, pero normal. A su casa la rodeaba un gran parque al que llevó a vivir a sus rubios mellizos, el varoncito, Nahuel y la nena Muriel de 13 años, su mujer de hermosos ojos, Marina, estaba contenta, ella era oriunda de un barrio bian, arquitecta paisajista, era simple y generosa, ella rediseño su propio parque. Formaban una familia de buen corazón.

A ese hombre le daba asco, el menosprecio hacia los pobres y la ostentación de la riqueza, se reía de eso, siempre le contaba a Marina que su teoría estaba bien comprobada en los vestuarios de la empresa, todos los que tenían enormes 4x4 de ciudad tenían penes diminutos. Algunos lo tenían mediano, pero cuanto más grande la camioneta, más pequeño les colgaba. Reían hasta llorar de risa. Marina lo amaba, amaba su simpleza y sencillez.

Un día ese hombre volvió de su empresa a su hogar, entró en el parque en su auto común y al llegar a la casa vio la puerta abierta… Lo que sigue es fuerte, podés saltear estos renglones y seguir leyendo después del punto aparte. Entró presintiendo algo malo, entró al living y vio todo revuelto, llamó a su esposa pero nada, llamó a sus hijos pero nada. Subió las escaleras y entró al primer cuarto, el de su nena Muriel, la vio desnuda, ensangrentada y muerta, corrió hacia ella y lo comprobó, yacía golpeada y violada... gritando fue hacia la otra habitación, la de su varoncito Nahuel, lo encontró desnudo, ensangrentado y violado. Apenas pudiendo caminar fue tambaleando hacia su cuarto llorando, gritando, explotando por todos sus poros y se encontró con su Marina desnuda, ensangrentada, violada… Todos muertos.

Fueron violados y asesinados por malvivientes”. Aquel hombre apenas escuchaba los demás detalles de lo robado y dañado en su casa, que daba el policía. Estaba sentado en ese sillón, en esa comisaría, en esa pesadilla. Apenas escuchaba, sólo resonaba en su mente… “Fueron violados y asesinados por malvivientes”. En esos momentos tenía ganas de matar, sus manos temblaban de rabia e impotencia, su mente rondaba en los límites de la locura, en esa zona gris donde no estás loco, donde no estás cuerdo, donde no estás, pero estás. Esa zona gris que la gente “normal” pocas veces transita. Temblaba y sólo veía las imágenes de su familia violada y asesinada. Sentía ganas de vomitar de asco y odio, tenía ganas de matar y saciar su instinto más primario de venganza, por la ausencia de su familia, por la brutalidad humana, por la bestia humana que puebla este planeta, aquella que mata y deja morir, la bestia humana: El humano. El despreciable círculo humano.

Varias semanas después, aún bajo atención siquiátrica, se presentó en un barrio carenciado del conurbano y con un revolver de 4,5 mm, desde el auto, mató a unas ocho personas, tantos como su tambor de munición le permitió. Entre las víctimas fatales, había mujeres y niños que volvían del colegio. Su auto desapareció rápidamente del barrio del conurbano y fue directamente al country. Recargado su revólver, mató a unos siete empresarios-jergarcas-nazis-de-medio-pelo que almorzaban en el jardín de uno de los caserones estilo inglés.

Ahí mismo se voló los sesos.

Muchos creyeron comprender el porqué de la matanza en el barrio pobre del conurbano.

No puedo asegurar, si alguien comprendió también el porqué de la matanza en el country.








Cuento en el espejo




-Cuento uno... dos... tres... cuatro... cinco..., ¡basta!, por hoy suficiente, la rutina ya está.

Marce se miró al espejo que empapelaba el salón del gimnasio. Fijó su mirada en sus tríceps y frunció una ceja - Un toque más –pensó. Siguió recorriendo todo su cuerpo como inspeccionando un suéter de segunda selección. Se sabe que esta fallado, así es que hay que mirar bien para encontrar la minúscula falla. Ese hilo que sobresale, esa puntada descarriada. ¿Dónde estará la falla? Pero no, esa vez no encontró más fallas, solo los tríceps que debía trabajarlos un poco más mañana.

-Ayer Claudia en la cama me dijo que estaban bien, que a ella le gustaban, debe ser cosa mía, deben estar bien –pensó.

Siguió recorriendo con su mirada el espejo; se detuvo en el tipo ese, del que no sabía el nombre. Sentenció que tenía demasiado pectorales y pocas piernas. -¡Es una lástima que desproporcionara así! El auto que tiene es un fierro... debe correr bastante en ruta, seguro tocaría los 350 km/h. Siguió recorriendo con la mirada el espejo, y se topó con Dani..., tenía muy buenos glúteos, los había trabajado muy bien, aparte quedaba bien con su caminar, el resto del cuerpo era perfecto, había desarrollado muy bien los brazos, y aparte tenía toda la onda, rubio carilindo, guita, minas, en el vestuario lo había visto y tenía un tamaño impresionante. Lo único malo, que era de Boca. ¡Qué baile que le dieron a los Xeneizes el domingo!

-Jefe ¿tiene algo para dar? -Vociferó un muchacho desde la puerta del gimnasio a Pablo, el dueño, que estaba frente al mostrador-. Estas voces distrajeron a Marce que dirigió su mirada hacia ellos.

-No nene, no tengo nada hoy. –le contestó Pablo al muchacho. El chico, que no pasaría de los 17 años, asintió con la cabeza, como sin darle mucha importancia y recorrió, mientras todavía asentía con su cabeza, todo el salón, observando todo, pero sin detenerse en nada en especial. Como si encontrase todo lo que se esperaría encontrar, en un gimnasio así, y luego volvió su mirada fijándola fuertemente en Pablo.

-Gracias maestro -le dijo secamente y se fue.

Marce se incorporó del banco del remo y se dirigió hacia el mostrador donde estaba Pablo. En el camino tomó una botella de ese líquido de sales minerales, ¡ése, sí! el de la propaganda de TV.

-¿Pensaste que venía a hacerse socio el pibe ese? -le preguntó irónicamente-.

-¡No! viene cada tanto a pedir, ya estoy acostumbrado, ¿sabes la cantidad de pibes de la calle que entran a pedir algo al negocio? ya me tienen podrido.

-Me imagino... deben ser insoportables, buen, me voy a duchar.

Marce entró a las duchas y volvió a pensar en sus tríceps. Tenía que trabajarlos más. Sino, no iban a armonizar con el resto de su cuerpo. Abrió la llave de la ducha y sintió el agua tibia sobre su cara y luego sobre su cuerpo. Se sentía bien, nada mejor que sentir que ha trabajado correctamente su cuerpo. De pronto comenzó a marearse. Cayó al suelo.

Al volver en sí, estaba en el salón del gym, su vista se clavó en Dani, aquel rubio carilindo, que también lo miraba fijamente.

Sin saber porqué, Marce levantó su brazo derecho. Observó que Dani levantó el brazo izquierdo y luego lo bajó. Inmediatamente el joven rubio se puso de costado y se miró sus glúteos... lo miró a Marce y este miró los de Dani. Luego el rubio volvió a su aparato y siguió con su rutina. Marce permaneció allí parado, en el salón, mientras los otros hombres hacían sus rutinas. De pronto sintió frío en su brazo derecho y en sus nalgas, y al mirar vio aterrorizado sus propios músculos. Sólo sus músculos, sin piel, color carne, estriado y brillante. Su respiración se aceleró, quiso gritar, pero no pudo, quiso correr, pero tampoco pudo, permanecía allí parado, sin poder dejar de mirar aquellas partes desnudas de piel; el músculo deltoides, el bíceps y el tríceps braquial, el braquial anterior, el flexor de la muñeca y el de los dedos, los glúteos. Todos, todos esos músculos estaban a la vista. Los tendones y ligamentos también se veían. Y él ahí parado, nadie lo miraba, nadie hacía nada.

De pronto ese otro tipo, ése del que no sabía su nombre, se acercó y lo miró fijo a los ojos, Marce pensó que vendría a ayudarlo, pero no, vio como bajaba la vista, le miraba sus pectorales mientras respiraba profundamente e inflaba su pecho. Marce hizo lo mismo sin saber por qué. Luego se miró sus piernas y vio que el tipo ese también las miraba, para luego dar la vuelta e irse. Marce quedó nuevamente solo. Y nuevamente sintió frió, pero esta vez, en el pecho y en las piernas. Bajó la mirada y vio sus músculos pectorales y los de sus piernas en crudo. Intentó gritar pero no pudo, estaba paralizado, no atinaba a nada, no sentía dolor, sólo pánico, un pánico que lo inmovilizaba totalmente.

Veía sus pectorales, sus rojos cuádriceps crurales, los de la tibia y tibia anterior, el gastrocnemio, el sóleo, los músculos de la corva, todos, todos los músculos al aire, también el tendón de Aquiles. Se le había caído la piel, y nadie lo ayudaba, lo ignoraban.

Quería llorar, pero tampoco eso atinaba a hacer. Sólo permanecía inútilmente ahí parado exhibiendo sus músculos al aire...

De pronto contuvo la respiración.

Comprendió.

-¡Es el espejo!, ¡estoy en el espejo...!, ¡el espejo del gimnasio!

Soy su reflejo, el reflejo de cada uno de los que miran sus músculos-.







Departamentos





"…Sátiro, coro, noche y drama, el plan se teje según la trama. Mística orgía de cenizas negras, se eleva el humo y Dionisos brama. Ritmo de trance retumban las nalgas, que flotan sobre piernas que pisan la nada. Arden los labios por libaciones arduas. Surgen los cantos al ritmo de las barbas…"

Acostada en la cama de su departamento, Silvina terminó de leer esto y se sintió algo turbada. Aún en tiempos en que esta de moda no escandalizarse por nada, donde ser cerrado a las expresiones más extrañas queda mal, a ella, sin embargo, estas frases le sonaban fuertes. Las palabras le salpicaban como esas frías olas heladas de pleno enero bonaerense.

"…Rituales de Frigia retumban hasta en Tracia. El aire es espeso y espesa es la danza. Se bebe y se traga en la hoguera del bosque quien contempla al fuego que lo amenaza. Entre orgías y gritos se trenzan los cuerpos. La ofrenda esta hecha y el pacto esta en marcha. El sátiro se mueve al compás de su máscara y en el macho cabrio fija su mirada…"

Pero no era moralidad lo que la ponía incordiosa. Era ella, envuelta en ese ordenado departamento. Acostada en su cama simétricamente ubicada. Tapada en esas prolijas mantas. Ya antes había sentido ganas de poner todo patas para arriba, pero ¡no! ganaba la represión y su auto sermón. Cerró el libro.

Se propuso dormir.

Apagó la luz… ¡Eso fue un error!

La oscuridad trajo las palabras-cubito nuevamente. La oscuridad anulaba el orden de su departamento. Al apagar la luz, su mente era espacialmente más grande, más vasta, más peligrosa. Aquellas palabras del libro se alojaban sin permiso, iban de un lado a otro como panaderos en un inmenso campo abierto. Las chispas de sus pensamientos no formaban fuego aún. Algo faltaba. Sólo eran chispas de fuego, semillas de verde gramíneo. Como en un director de cine, sus pensamientos acontecían imágenes. Pero ella no dirigía nada. Era espectador pasivo de su propia mente. Casi sin notarlo las imágenes comenzaron a tener banda de sonido. Era como un sueño en vigilia, casi… como una película. Los sonidos eran cada vez más conscientes. Hasta que se acordó el nombre… su vecino…

En su desordenado departamento, Leandro inhaló profundo, soltó el aire. Se relajó y siguió tocando. Rodeado de penumbras pues apenas entraba por la ventana un poco de luz del alumbrado público. Casi a oscuras, pero su mente, estaba iluminada. En esos momentos no era vecino de nadie, él no estaba allí.

Silvina seguía en su incordiosa oscuridad. El sonido del bajo eléctrico de su vecino traspasaba su pared, sus mantas, su piel, su mente. Su estructura estética de lo que ÉS la música. Eran sonidos muy extraños. Pensó en como podía alguien tocar así, tan insólito, tan desbordante y desordenado. ¡Desordenado! Retuvo esa palabra. Recordó sus ganas de poner todo patas para arriba. En seguida los cubitos volvieron a aparecer. Sintió ganas de leer un poco más, manoteó el celular que había dejado en la mesita y oprimió una tecla cualquiera. Con la luz proyectada agarró el libro…

"…Comparte tu cuerpo y te daré mi llama. Chupa mi ser que se derrama. El aire hierve y penetra tu entraña. Lo sé porque estoy dentro y veo tu llaga. Los colores son rojos, de eso el fuego se encarga. La noche nos junta y agrupa cuan brazas. El vino se mezcla en las pieles ahumadas y fluyen los jugos de naturaleza humana…"

¿Será posible? -pensó. En ésta época, en ésta ciudad, lo ancestral, lo místico ¡Dionisos! ¿Podía haber aquí, en esta ciudad, algo de esos remotos tiempos? ¿Podía su ruidoso vecino saber algo de todo esto? Lo había visto varias veces en el ascensor, Leandro…

"…En la anónima desnudez de cuerpos rítmicos, ancestrales movimientos abren tu carne. Jugo de uva fermenta en tu sexo y lo bebo en exceso cuan raíz en lava. Salpicada la tierra de sangres varias que el sol quemará luego cuando todo sea nada. El sopor estancado se huele a la legua sosegando los cuerpos que al suelo se lanzan…"

Sólo había una forma de averiguarlo. A lo largo de tres compases llegó al pasillo. Ya frente a la puerta de su vecino, Silvina tocó timbre. El músico seguía inmutable su emanación de desborde. Tocó nuevamente timbre. Leandro siguió tocando. Optó por golpear la puerta. Nada. La música seguía golpeando. Silvina, ya sacada, tocó más fuerte. Silencio. Solo silencio. Ya ningún sonido salía del departamento de su vecino.

En vano esperó

Decidió irse… ¡Eso fue un error!

En su departamento, Silvina pensó que su vecino no la quería ver.

En su departamento, Leandro pensó que algún vecino golpeaba para que bajara la música. Es por esto que decidió ponerse los auriculares para tocar.

“… Y el fuego se ahoga y la noche se asfixia, y las luces solares se abren paso entre ramas. El silencio es humano y el ruido es de las aves, nos niegan sus miradas y así nos llaman… simples noctívagos”.







¡Arrepiéntete de tus pecados...! 
¡Santanás institución!







1. Lujuria. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Resumidero de invertidos sexuales, que a la infante inocencia acaricias con tus pálidas manos. Y al ser descubiertos, trasladas tus cuervos a tierras distantes para así menguar escándalos. Las aguas se calman, y tus cuervos siguen acariciando en nuevos horizontes.

2. Gula. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Cuerpos grasos de sobrepeso y caras rechonchas que tus ropajes no alcanzan a disimular. Asco e impresión da ver tus inmensas heladeras y despensas repletas de artículos de supermercados de primera línea surtiendo tus habituales cenas y tus festines orgiásticos de banquetes cotidianos.

3. Avaricia. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Sin duda, los más brillantes de tus filas. Corporación de banqueros tapados, que en tu faceta más oculta y sin embargo la más activa, acumulan dinero y acciones en millares de poderosas empresas. Pero, es tu doble discurso lo que apesta, aquella moral que predicas no es consecuente con la acumulación de capital. Y más aún, las turbias aguas de tus negocios en nada se parecen a la transparente agua sagrada que utilizas en tus rituales.

4. Pereza. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Casa y comida gratis. En tus filas, la mayoría, parásitos de poca monta, mediocres de conocimiento y aspiraciones intelectuales, mediocres de acción social y tareas arduas. Flojos holgazanes de gordas caderas y masturbadoras manos ociosas.

5. Ira. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Apoyas y financias golpes de estado, y si creían que era discurso de los 70’ ¡preguntad a Honduras! Hipocresía e incongruencia en tu pensamiento fascista anti popular en un credo que predica la moral de masas a las masas. Buscáis dóciles y sometidos esclavos ignorantes, y no el rebaño pastoril de tus cuentos.

6. Envidia. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. No sólo por poder atacáis sino por tu naturaleza baja. No dejáis crecer aquellas flores extrañas que no pertenecen a tus especies cultivadas. Las acusas de malezas vertiendo herbicidas y demás venenos. ¡No es cuestión que crezcan más hermosas y puras que vos!

7. Soberbia. Arrepiéntete de tus pecados, Santanás Institución. Tu verdad es La Verdad. La única posibilidad. En el mar de incertidumbres que es el universo y la existencia humana, tus respuestas son las únicas posibles. No hay lugar a dudas en tu dogma cerrado. Son los dueños de la verdad. La única verdad.









Música: Ciencia y ficción





Quizás la primera música escuchada por los homínidos, fue hecha por los pájaros y por el viento.
Volando en picada con la máxima velocidad a la que pueden moverse sus alas, el pájaro planeó para suspenderse en la rama. Con el pico rascó su plumaje, con su pata su nuca. Rápidamente, sus ojos controlaron su alrededor. Satisfecho de seguridad, mientras batía sus alas, sacudía sus cuerdas vocales al ritmo de habituales movimientos…

Él lo vio todo, inmerso en sus pensamientos e inmerso en la escena, lo vio cantar. Echado en la sombra fresca, también él se refugiaba bajo aquel árbol. Hacia justo un instante que se tiraba a descansar y luego de respirar el aliento de desconexión, aquella respiración medio resignada medio rebelde que siempre se ensaya entre la obligación y el relajo, siguió observando al ave, Ya sabía que estaba allí, ya la había visto cantar, pero ahora decidió escucharla; escucharla cantar.

¿Habrá ocurrido así aquel día? Algún homínido, echado al sol descansando su barba, comenzando a practicar lo que hoy denominamos reflexionar o quizás, reflejándose en un charco, dejó por un instante, de entender, de manera automática, señales de existencia cercana de aves, para pensarla como ruidos agradables. Como chispas invisibles que caían de los árboles y daban golpes de algodón, de un algodón extraño, suave e irritante, o áspero y tranquilizador. Aun sabiendo que venían de las aves, le dio formas sonoras de algodón. Y habrá sentido ganas de seguir escuchando esos ruiditos, queriendo que aquel animal siguiera haciéndolos, sólo para escuchar y… pensar, recordar, imaginar, incluso llorar o reír o quizás, seguir escuchando… sólo escuchando.

Quizás el viento fue dramático, si los ruiditos de las aves fueron canto agradable, el viento habrá sido temible y molesto, capaz de despertar pensamientos oscuros que imaginaban imágenes inquietas, que terminaban despertando a gritos en la oscuridad del sueño de aquel que despertaba a la oscuridad de la noche cerrada. Oscuridad, porque oscuro todo, existe la claridad. La oscuridad conduce a la claridad o a su intento, que para un homínido ya es mucho.

Agradable y áspera, así nació la música. Y agradable fue la risa de la que nació luego el baile, la plaza pública, la discoteca. Pero lo áspero se volvió inquietante, sed, búsqueda, preguntas, débiles incertidumbres y firmes certidumbres. A dudas y filosofías, a religiones reglamento, a profesores predicadores, a títulos áulicos.

Del viento o quizás de los ruiditos de las aves. Quizás, seguro que quizás, la primera música que escucharon los homínidos, fue hecha por los pájaros y por el viento Ya algunas generaciones antes, el homínido había comenzado a pensar a las aves como aves, al llanto propio como su llanto y a su risa como risa, a su sentir como lo que sentía y a su echarse al sol como su descansar. Y así habrá nacido la música

Y un día descubrió que el músico podía ser él, aunque no sabríamos decir si lo pensó, lo imagino o lo recordó. O simplemente, tocó y se escuchó y deseó seguir tocando y escuchándose, sintiéndose. Sintiéndola- la música había nacido para el homínido.

Y así comprendió que tocar algo es transformarlo, aunque quizás pasaron miles de años hasta que lo vio así, quizás al principio sólo lo hacía. Tocaba y no lo pensaba, sólo tocaba. Lo entendía ya como música, pero no pensaba ni su porqué ni su cómo, mucho menos su para qué.
Y es que el homínido en aquella época no tenia certezas con las que moverse por su alrededor. Todavía si desarrollarse, las grandes explicaciones del mundo, no influían porque no se habían argumentado sus tramas. No se habían unificado en varios guiones, ni se habían diversificado en esencialmente una misma idea.

En el pasado de los tiempos humanos, el homínido era en su planeta, lo que es ahora él con su planeta, en el universo. Los interrogantes y certezas que tenía para con lo que lo rodeaba. Son los mismos que tiene ahora para con los sistemas que rodean al suyo. En verdad, aún con certeza, tampoco comprende bien a su planeta.


Pero quizás haya ocurrido como ahora que nos movemos con lo que ya damos por sabido, creemos autómatamente que la realidad es lo que sabemos de ella. Lo que no sabemos no existe. Si no existe para nosotros; no tiene existencia.

Entones no es que no tenía certeza sino que se movía con las que tenía y que, aunque ahora, a nosotros nos parecen pocas, a ellos les bastaban para formar su mundo. Pero aun moviéndose en las certezas, pocas o muchas, soplaba el viento, en esencia, el mismo que suena hoy despertando, al igual que antes, dudas, intrigas, desestabilidad de las certezas estabilizadoras.

Vivenció por mucho tiempo la cadena acústica de la energía, sin saberlo captó las señales de la naturaleza al tiempo que experimentó las señales internas de su naciente conciencia.

Separó entonces los ruiditos del ave, que mucho tiempo después llamaría simple y grandilocuentemente; fuente. Y se vio a si mismo escuchando, inventándose como receptor. Pero no fue hasta hace poco tiempo que pensó en un cómo. Tardó… y lo llamó; medio.
Hoy en día el homínido actual puede enunciar que percibir auditivamente un ave o al viento (o a cualquier otra fuente), resulta de un traspaso de energía acústica entre el ave y él (receptor) a través de un medio.





Segunda Parte

Parte II. Canciones de un bosque azul

Canción del panadero.

(Canción)




Nací en la tierra como hierba

pero hacia el sol yo quise ir

Crecí con hojas verde oscuro

con dientes como un león

Voy… ¡hacia el bosque azul!

Puede pisarme cuánto usted quiera

Mala hierba nunca muere

¡Y puede volar!

Seré un bosque de millones

Cantaré tirado al sol

Hierba mala, hierba que no muere

Me elevaré con mi canción

Voy… ¡hacia el bosque azul

Puede pisarme cuánto usted quiera

Mala hierba nunca muere

¡Y puede volar!


Panadero vas por el viento
Sembrarás tu vida en el tiempo

Panadero que vas tan lejos
¡Uno…! ¡Dos…! ¡Tres…! ¡Lero…! ¡Lero…!






Algunos pueden volar


(Relato sobre la Canción del panadero)



Hola, mi historia es simple. Crecí en una gran avenida, de una gran ciudad. Mi barrio era permanentemente sometido al smog de la industria automotriz, al ruido de sus motores y bocinas y a los repentinos arrancones que frecuentemente te hacían desquiciar. El griterío de la muchedumbre era constante. Durante el día, la gente transcurría incesantemente por la vereda, había que tener mucho cuidado donde uno se apoyara ya que, si no extremabas precauciones, te pasaban por arriba sin ningún miramiento. Hacia el mediodía el calor emanado por el asfalto de la calle y el cemento de la vereda era insoportable. Si pasaban muchos días sin llover, el calor se concentraba en todos los edificios que rodeaban el lugar donde yo vivía y te daban ganas de morir. El viento arrastraba el polvo que penetraba por todos mis poros, había días en que apenas se podía respirar.

Pero de pequeño, no cuestionaba nada de aquello, quizás por haber nacido en ese barrio, no me ponía a pensar que podía haber otra forma de vivir, que no era lo único que había en este mundo. Y es que, miraba a la gente pasar y los veía tan acostumbrados, tan adaptados a ese trajín en la avenida de aquel barrio de aquella gran ciudad, que todo parecía ser normal. Todos respiraban el smog, todos gritaban y se empujaban, todos corrían apresurados y malhumorados.

En fin, mi niñez transcurrió así, sufriendo, sin saber, todas estas calamidades, que para mí no fueron tales, eran males comunes y cotidianos.

Pero a medida que fui creciendo la situación empeoró. Comencé a sentir que no tenía espacio en ese barrio de aquella gran ciudad. A veces la sensación de malestar era muy fuerte que el stress dominaba mi cuerpo, mi mente, mi comportamiento. Algo no estaba bien. Al principio no sabía qué era lo que estaba mal, sólo intuía, pero no comprendía.

Con el tiempo comencé a crecer interiormente, pero no hacía más que darme la cabeza contra la pared. Todo lo que yo proyectaba, que no era más que una exteriorización de mí ser, era cercenado por la sociedad que me rodeaba. La agresión comenzó a sentirse. El malestar y el estrés me dominaban. Me sentía solo, me sentía un ser extraño y apartado. No sabría decir que era peor, que me ignoraran por completo o que se fijaran en mí sólo para arrancarme mis ímpetus de crecimiento. Pero fui testarudo y ante cada pisoteada que me daba la sociedad que me rodeaba, más tenaz se volvió mi deseo de crecer. Así fue mi adolescencia, crecí rodeado de un mundo hostil.

Un día, mi vida cambió completamente. Comencé a sentir que algo crecía en mí. Un nuevo ser, un nuevo yo. La transformación, la evolución de mi esencia. Cambio. Un instinto ancestral me empujó a crecer y desarrollar algo nuevo en mí. Comprendí que debía superarme, que debía buscar nuevos horizontes, nuevas metas, elevarme y buscar un nuevo terruño, donde comenzar de nuevo. Y ya no sería yo, sería yo, más mi nuevo yo. ¡Elegir dejándome llevar! Fuertes vientos me sacudirían y me harían volar lejos, alto, para buscar y encontrar el lugar adecuado, con condiciones favorables para semillarme y desarrollar mi nuevo yo.

Y así fue que aprendí a volar y encontré… mi bosque azul.

Saludos.

Por cierto, olvidé presentarme, mi nombre es…

Diente de León




Seres cibernéticos.

(Canción)





Ella echó una mirada en la ventana del tiempo

No pudo comprender las formas que veía

Primero se rió y luego lloró el día entero

Los seres cibernéticos estarán en el espacio


Ya nada es igual

Ella en vano lloró el día entero


Allí no habrá amor y su efecto de distracción

Sólo masas de energía pensante

La selección artificial significa que todo cambia

Los seres cibernéticos fueron hechos por los hombres


Y todo cambia

Ella en vano lloró el día entero


y ellos ganarán… ganarán… ganarán…

y ella llora…. y llora … y llora…


Sin cuerpo y sin dolor se mueven libremente

!La evolución siempre gana!







Relato sobre la canción Seres Cibernéticos


Comunicación en escritura antigua estructurada según la fórmula lógica matematicocultural: ¬F “ |aP “ P “ |af *



Donde ¬F es Nuestro futuro, “ es transcurre, ap es aclaración para seres que leen esto en Un pasado, P es Un pasado, aF es aclaración para seres que leen esto en Nuestro futuro y * es al InfinitUno Sagrada (es decir repite)

Respetando los ralentadonios (cursiva …|ab) y los acheleradonios (ba : cursiva) marcadores de velocidad, volumen, intensidad lumínica y dulcero.

¬ Justiniano ya sentado en su felpa flotante tomó la cápsula fireno con agua y la comió sin masticar, la tragó directo. Pero aún con hambre, dirigió su vector energía de su mano y atrajo hacia ella las grageas fireno con trigno y salamino. Tragó directo de nuevo. Ya acomodado y satisfecho activó la plexada, y comenzó a conectarse con los motins…

| Para los seres que leen esto en Un pasado: Con los motins se conectan los seres de estos tiempos. Simplemente se sientan a conectarse con su motins, una unión de aspectos sensoriales estimulativos de todos los sentidos que ustedes se estimulaban por separado…

|Para los seres que leen esto en Nuestro futuro: por separado se estimulaban con el antiguo arte de la música, el antiguo arte de la visión, el antiguo arte del sexo, el antiguo arte de la escritura, el antiguo arte del gusto (que antes se practicaba con alimentos llamados “naturales” en la vieja lengua y que hoy conocemos como histocrudezas). Se desconoce si consideraban algún otro arte de los demás sentidos…

¬ Con los motins comenzó a conectarse y de izquierda a derecha comenzaron a transcurrir y a sentir las palabras en su plexada…

| Para los seres…pasado: en su plexada palabras entiéndase con palabras a las formas visuales formadas por letras, como es de uso frecuente en sus tiempos, pero, también añade formas visuales de colores tamaños sonidos gustos y placeres sexuales…

| Para los seres… futuro: sexuales placeres se denominaban en el pasado al parecer a los grados de tensión y distensión de los exitans (desprendidos éstos de las demás artes, un concepto difícil de imaginar sino casi imposible.

Como verá el entendedor del futuro de nuestro presente en esta escritura usamos las palabaras; sentado, tomó, bebió, masticar, hambre, mano, acomodado, satisfecho, izquierda, derecha y sentir. Esto es, porque nosotros somos el eslabón entre los humanos del pasado y ustedes los seres cibernéticos; masas de energía pensante que sin cuerpo y sin dolor se mueven libremente.

Sabemos poco y creemos intuir algo sobre los seres de nuestro pasado y creemos intuir que sabemos algo sobre los seres de nuestro futuro.






Todo bien (La danza del pájaro de fuego)

(Canción)





Dijiste… “el tiempo es deforme

como el espacio en un viejo espejo.

Extraños y comunes sonidos

forman un lenguaje desconocido”

Pero no digas… “ ¡vamos! ¡Es solo una lluvia!

No digas… “Es un hermoso día”

¡Está bien! Tienes razón

Es solo la danza del pájaro de fuego

¡Está bien! Tienes razón

Por encima de la lluvia ¡un cielo para volar!


Dijiste… “La estrella por la que lloras

Juega con brillos sobre una hoja azul,

Seca las lágrimas y vuela

como un fuego, como un pájaro”





La danza del pájaro de fuego.


Relato sobre la canción “Esta bien (La danza del pájaro de fuego)”



Existe, en las realidades alternativas o paralelas a la experiencia cotidiana (los sueños, las esperanzas, la poesía, etc.) un cierto pájaro… ¡el Pájaro de Fuego! El ave puede aparecer en cualquier parte del mundo. Muchas culturas lo conocen por distintos nombres y le atribuyen a su danza y canto distintas características que amoldan a su propio folclore. Aunque algunos dudan de su existencia y otros jamás siquiera oirán hablar de ella, existen testimonios que dan crédito a sus acciones.

En un antiguo cuento popular ruso, consta una referencia a su existencia. La historia del príncipe Iván, al que el Pájaro de Fuego regaló una pluma, como obsequio por perdonarle la vida al dejarlo en libertad y la anécdota fue inmortalizada fuera de Rusia a principios del siglo XX, cuando el gran compositor Igor Stravinski basó su primer ballet “El pájaro de Fuego” en esta historia. Pero no es sobre este relato en particular, del Príncipe Iván y de la princesa que pudo rescatar gracias a la pluma obsequiada por el Pájaro de Fuego, que quiero escribir. Sino sobre otras virtudes del ave que quizás son menos conocidas... al menos de forma consciente.

Se cree que el ave acude en ayuda de aquellas personas que se han encontrado el uno al otro, pero por misteriosas razones del Destino, no pueden estar físicamente juntas. Y es que a veces entre los seres humanos, suele ocurrir que dos almas perdidas no pueden o no deben estar juntas y, ante la partida de una de ellas, el desasosiego invade, conquista y reina.

Es aquí cuando acude en ayuda la hermosa ave.

El Pájaro de Fuego, como toda ave, tiene la propiedad de volar bajo la lluvia sin mojarse debido a las características de su plumaje, pero a diferencia de las demás especies, el Pájaro de Fuego posee una cierta energía, la cual emite en forma lumínica, Esta energía, hace que el ave tenga la cualidad de poder volar más allá, más alto que cualquier tormenta. Esta energía se cree que es parte de su ser y que las emanaciones ocurren a través de sus poros y se abre paso a través de su plumaje. Tal es su brillo que las pocas gentes que la han visto, afirman que es de oro. Pero lo que baña su exclusivo plumaje no es oro, sino la energía mística natural de la que les hablo. Algo imposible de transcribir y aún de comprender para el hombre.

Lo cierto es que el ave se aparece en los sueños de los descorazonados, no en los sueños nocturnos, sino en aquellas tardes en que, producto del desvelo de la noche anterior, las almas en pena se quedan entre dormidas en un sueño involuntario, más producto de la depresión que de la necesidad fisiológica de dormir. En el sueño, el ave realiza su coreográfica danza que es acompañada de un canto sincopado, para nosotros los rioplatenses, con cierto arrastre canyengue.

Quizás sea el tango la música más apropiada para describir los movimientos y el canto del ave. Y es que el ritmo tanguero no se somete a un compás exacto. Hay un corrimiento minúsculo del tiempo, que tiene que ver con “lo cultural”, esas milésimas de segundos corridos de la marcación del tiempo exacto hacen la diferencia. El arrastre representa la protesta, la fuerza y el coraje necesarios para seguir adelante. Ante un tiempo que nos marca constantemente en la vida, que nos exige seguir y no corrernos del su pulso, es ahí donde el tango se revela, se enoja, y desafía a la marcación.

El ave danza y canta su tango en el sueño del desesperado. Al bailar suelta algunas pequeñas, hermosas y brillantes plumas que caen dentro de la mente del soñador. Estas tienen las chispas de la energía vital del ave y permanecerán allí, para que cuando despierte, el alma en pena, recobre fuerzas para a atravesar su tormenta, elevarse más allá y lograr la perspectiva necesaria para continuar la vida, y así, seguir el camino del solitario, el tiempo que sea necesario.

La mayoría de las personas que se recuperan de la pérdida de su amor, no son consientes de la responsabilidad de la hermosa ave y jamás se enteran de lo ocurrido en sus sueños.

Sin embargo algunas personas, muy pocas, lo saben o al menos lo sospechan. Y según cuentan, es el canto del pirincho, aquella ave que puede escucharse en los últimos compases de “It’ok (The Firebird’s dance)” de Submarino Espacial, la melodía escuchada en los extraños sueños.




Goldmundo.

(Canción)




Caballo amigo avísame

si ves algo más pa’ l carro llenar

Infancia que nunca fue tal

Sin tiempo de jugar, sin tiempo de soñar


Caballo amigo vamo’ no

Galopa en la ciudad que el frío va a pasar

Sueño que nunca fue tal

Sólo realidad, sólo realidad


¡Galopa! ¡Oooooh!

¡Galopa en la ciudad!

¡Galopa! ¡Oooooh!

¡Galopa en la ciudad!




Las miradas en Goldmundo


Ensayo sobre la canción “Goldmundo”



Nuestra mirada sobre “ellos”. Pero también “su” mirada sobre “nosotros”. Los “incluidos” y los “marginales” del sistema. Los caballos que tiran de los carros. Algunos amados y cuidados, otros maltratados y explotados, al igual claro… los niños cartoneros. Infancia de “cuentos y juguetes” e infancia de “relojes tempranito para salir a cartonear”

La mirada desde arriba del carro es desafiante, orgullosa, hasta burlona. Lo “marginal” no tiene sentido desde su perspectiva. Desde abajo, se esquiva la mirada, a veces intencionalmente, a veces por una indiferencia automatizada.

Los carros avanzan y los juicios valorativos son relativos. Desde arriba o desde abajo del carro. Las vivencias son distintas. Libertad y enajenación. Adjudicadas a ambas partes desde ambas partes. Dentro y fuera del “sistema” ¿Quién está dentro y quién esta fuera? ¿Estamos todos dentro pero nos gusta creer en las diferencias?

La teoría de una de las partes no es suficiente, no es representativa, porque es sólo una mirada, una perspectiva. La praxis, la vivencia tampoco es suficiente. Las creencias sobre lo que debe ser la niñez, los sueños, los impone una de las partes, la misma parte que provoca la privación de esos conceptos como hechos. La realidad y los conceptos se mezclan y forman las miradas, las perspectivas, las diferencias. Las dos miradas, las dos perspectivas en Goldmundo




Superhombres.

(Canción)






Mediodía de un día difícil

El científico imagina


Superhombres... Superhombres...


Luces brillantes iluminan

El artista verdadero crea


Superhombres... Superhombres...


¿Puedes escuchar el sonido del caos?


Piensas por tanto eres

Un libre pensador piensa lo que eres


Superhombres... Superhombres...


Pensando, creando e imaginando

El camino del Antiguo Filósofo…


El camino hacia los Superhombres...

Superhombres...






Zaratustra en nuestros tiempos.


Ensayo sobre la canción “Superhombres”



Hoy en día, o es tierra fiscal o es propiedad privada. Pero Zaratustra se las había arreglado para vivir en un inmenso eucalyptus hueco. Especie exótica, australiana para más detalle, traído por sarmientos de otras épocas. En Pereyra Iraola existe oculto entre la tupida vegetación. El hueco tiene una enorme entrada en forma de triángulo que conduce al amplio interior. Luce imponente e irreal. Es aquí donde Zaratustra ha pasado 10 años pensando, creando e imaginando. Un día inspirado e iluminado por el Sol, decide bajar de su montaña y buscar a los hombres a los que llevara su mensaje. La letra del tema “Supermen” (Superhombres) de Submarino Espacial esta basado en el concepto del Superhombre, desarrollado por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Y el guión para el video clip realizado para este tema, es una adaptación a los tiempos actuales que he realizado, de un fragmento del texto llamado “Primera Parte” con la que comienza el libro “Así habló Zaratustra” escrito por Nietzsche. A continuación desarrollo una breve explicación sobre este maravilloso texto y anexo algunos vínculos con la humilde letra del tema.

Zarathustra tenía 33 años cuando se retiró a las montañas, allí pasó 10 años en soledad. Nietzsche juega con la antifigura de Cristo ya que, a la edad en que el Cristo comienza su prédica, Zarathustra se retira su exilio voluntario. Durante esos diez años vivió solitario, en compañía de su águila y su serpiente, figuras heráldicas que representan su voluntad y su inteligencia respectivamente. Tomo al sol para representar a la luz que ilumina al artista para la creación. Y es que Nietzsche simboliza en el sol, el ocaso. En alemán la palabra que utiliza es Untergehen que contiene varios matices que se pierden en la traducción al castellano. En primer lugar significa literalmente “caminar” (gehen) “hacia abajo” (unter). Zaratustra, en efecto, baja de su montaña. En segundo lugar designa la puesta del sol, “el ocaso”. Y Zaratustra dice que quiere actuar como el sol, esto es “ponerse”. En tercer término, Untergehen y su sustantivo Untergang se usa con el significado de hundimiento, destrucción, decadencia. Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa. Su tarea dice, lo destruye. De esta forma enlazo el concepto de la conversación con el sol en el sentido de la obra original (Zarathustra decide bajar de su montaña luego de su conversación con el sol) con la letra Supermen; “luces brillantes iluminan, el artista crea” y en la creación hay hundimiento, ocaso y tránsito. Hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado de la tierra. Pasar al otro lado, es superarse así mismo y llegar al superhombre.

Al descender de su montaña, Zaratustra se topa en su camino, con un campamento precario. A unos metros aparece un anciano que lo reconoce. Éste lleva una rústica cruz, hecha con palitos colgada de su cuello. Conversan, y en un momento, el anciano, recoge cenizas de su fogata y se las muestra irónicamente a su invitado. Luego le muestra su cruz. Terminada la conversación Zaratustra sigue su viaje.

Nietzsche escribió… “surgió de pronto ante él un anciano que había abandonado su santa choza para buscar raíces en el bosque…” La figura del eremita es adaptada a la figura del linyera. Su choza es un precario bolserio con trapos y un colchón. En su libro Nietzsche escribe “…Entonces llevabas tus cenizas a la montaña ¿Quieres hoy llevar tu fuego a los valles? ¿No temes los castigos que se imponen al incendiario? La cenizas es el símbolo de la cremación y el rechazo a los falsos ideales juveniles.

Y sigue… “¿Y qué hace un santo en el bosque? Preguntó Zaratustra. Hago canciones y las canto… así alabo al Dios que es mi Dios… Más, cuando Zaratustra estuvo solo habló así a su corazón ¡Será posible! ¡Este viejo santo en su bosque no ha oído todavía de que Dios ha muerto...!” La idea de la muerte de Dios, que recorre todo el libro de Nietzsche, es abordada puntualmente en la cuarta parte del libro en Jubilado. La noticia de la muerte de Dios es la primera enseñanza de Zaratustra, metafóricamente el pilar sobre el que se sustenta la construcción del superhombre.

Dios ha muerto es una metáfora que expresa la muerte de las verdades absolutas, de las ideas inmutables y de la moral que marcaba la vida humana. Los ideales de la vieja moral han de ser sustituidos, dado que ya no impulsan las vidas de las personas, han perdido su fuerza. Los valores que descansaban en la presuposición de que el sentido de este mundo está fuera de él. Dios ha muerto, el mismo hombre lo ha matado. El último hombre es el hombre empobrecido, sin grandes objetivos, sólo con pequeños intereses y sin fuerza para superarse. El hombre de la vida moderna, que sólo busca la comodidad y su placer cotidiano. Nietzsche plantea dos opciones: la del último hombre, la del hombre que vive el fin de la civilización o la del superhombre, la del nuevo dios terrenal que dice sí a la vida. El superhombre será un espíritu libre que no cede ante nada, pero que participa de la inocencia y espontaneidad del niño.

Zaratustra desciende de la montaña y se mezcla con el pueblo. Tomar el tren de Pereyra Iraola a La Plata es toda una experiencia. El tren es el resumen de una ciudad. El hábil observador puede ver todos los componentes sociales representados. Desde las numerosas familias de gente pobre hasta el estudiante universitario. El laburante de overol y el de traje y corbata. Los vendedores de golosinas y diarios, los músicos ambulantes, los que piden limosna. Es llegar a la ciudad antes de llegar.

Una vez en la ciudad, Zaratustra la recorre buscando a la gente. La plaza pública tal como era en la antigüedad ya no cumple la misma función. Los volatineros que cumplen la función de entretener a las masas ya no están en la plaza, sino en la televisión, la farándula son los volatineros medievales. Y la masa homogénea a la que el Zaratustra de Nietzsche se dirigió en su libro, ya no se agrupan colectivamente en un espacio público, sino que se agrupan colectivamente como audiencia, en el interior de sus casas, en sus cómodos sillones de living frente al televisor.

Zaratustra decide presentarse ante las cámaras de televisión y comunicar sus ideas sobre el superhombre a la gente. Más…“y todo el pueblo se rió de Zaratustra”… “Ahí están- dijo a su corazón- y se ríen: no me entienden, no soy yo la boca para estos oídos” Aquí Nietzsche utiliza la reminiscencia del Evangelio de San Mateo, 13,13: “Por esto les hablo en parábolas, porque miran sin ver, y escuchan sin oír ni entender”

Les habló entonces sobre el último hombre. Pero para sorpresa de Zaratustra la respuesta de la masa fue… "!Danos ese último hombre… haz de nosotros esos últimos hombres…! ¡El superhombre te lo regalamos!". Y todo el pueblo daba gritos de júbilo y chasqueaba la lengua. Pero Zaratustra se entristeció y dijo a su corazón:"No me entienden; no soy yo la boca para estos oídos”.

Zaratustra vuelve a su bosque






Homínidos (Más allá del bien y del mal)

(Canción)





¡Viento que silbas canción!

Gruñes… ¡la cordura hoy delira!

¿Alguna vez soñaste en pensar

y despertar para ver la neblina?

Más allá… del bien y del mal


A escala la imagen se va

las voces de homínido se borran

Un breve click el universo oirá

y vendrá del planeta de los simios

y es más allá... del bien y del mal


Más allá... en al eterna cueva de Zarathustra*!
Mas allá ... el lobo estepario* aullará!
Más allá... bien lejos de un mundo feliz*!
Más allá... la evolución del hombre al dasein*
Más allá...!


El águila te muestra el lugar

La infinita nieve marca el camino

La cordura en el valle reirá

la locura en la cima creará…

Más allá… del bien y del mal...!


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*Personaje del libro "Así habló Zaratustra" de F. Nietzsche
*"El lobo estepario" de Herman Hesse
*"Un mundo feliz" de Aldous Huxley
*Dasein. Concepto creado por el filósofo alemán Martin Heidegger




Aquellos seres.


Relato sobre la canción “Homínidos (Más allá del bien y del mal)”




Y es que aquellos seres al comenzar a erguirse intentando alcanzar el horizonte, decidieron cambiar su paso por otro más aristocrático y liberaron a sus manos para manipular y moldear su destino, el proceso de hominización había comenzado.

Pelvis, huesos iliacos, se adaptaron a esta postura, con una pelvis más corta y ancha pudieron sostener mejor los órganos del abdomen. Su columna vertebral en forma de S concurvaturas dorsal y lumbar les dio un aumento a la resistencia mecánica y pudieron mantener el cuerpo erecto. Con una dentición más pequeña, ya que desgarrar su alimento comenzó a formar parte de su historia, o su prehistoria como lo llamarían en el futuro. Y por último su capacidad cerebral comprendida entre 1200 y 1300 cm3. Así, la relación masa encefálica / peso corporal se fue elevando en relación a sus otros parientes primates.

Y es que aquellos seres comenzaron a desarrollar las capacidades mentales que serían su mejor arma de supervivencia.

Se convirtieron en homínidos, diferentes a los simios; gorilas y chimpancés. Se "hicieron" humanos con rasgos anatómicos y de conducta propios. Esto fue en algún momento entre 1500 y 100 mil años atrás, cuando evolucionó el Homo sapiens. Y aunque a veces no lo saben, no lo recuerdan, o no lo quieren ver… nunca dejaron de ser Homínidos.

Y es que aquellos seres en aquel planeta azul inventaron lo que llaman cultura. Inventaron los conceptos culturales y las definiciones, las éticas y las estéticas, las preguntas y las respuestas, el pasado, el presente y el futuro, las ideologías y las religiones, las creencias y los agnosticismos, las filosofías y las ciencias, las políticas y los movimientos, la mentira y la verdad.

Pero más allá de todo esto, más allá del bien y del mal, siguieron siendo Homínidos. En una escala temporal mayor, en una perspectiva “desde afuera” de su "mundología”, son pequeños. Pequeñas criaturas jugando a ser grandes.

¡Homínidos! vistos desde más allá del bien y del mal.





Protozoa y organelas. 


Grabación de una música.


Relato sobre la composición instrumental “Protozoa y organelas”




La música... primitiva, antigua, ancestral, añejada en la faz de la tierra humana, aquella que nació con el hombre y aquella aún más vieja, el movimiento de los átomos, el ritmo de las células, la energía de la vida, la esencia del humano.
De donde sacamos la idea de que hay que grabar discos de “altísima calidad”. ¿Quién nos impuso esa mentira?

La “Grabación”, el “Disco”, ¿fue sólo otro cuento capitalista para desarrollar y activar una industria poderosa en un mecanismo económico? ¿Es la comodidad burguesa de tener a los músicos tocando para nosotros en nuestro living? ¿Es el inevitable desarrollo histórico de una cultura? ¿Es simplemente otra forma de expresión de un antiguo arte? ¿Es todo ésto a la vez?
Hasta principios de siglo XX la música se “tocaba”. El registro sonoro, es decir el sonido desprendido de la acción de tocar un instrumento no existía. Y es que el concepto de “en vivo” carecía de sentido. El "en vivo" era la música en sí. El “en vivo” nació cuando nació su opositor, la “grabación”.

La novedad comenzó con el invento del fonógrafo (sisema de grabación mecánica analógica) a finales del siglo XIX y con el posterior desarrollo de las técnicas y tecnologías de grabación, comenzaron a grabarse a los músicos tocando. Ya para los años cincuenta del siglo pasado, grabar a los músicos tocando en vivo en un estudio cerrado era algo común. En general, no era un ritual. No iba dirigido en esos momentos a un público reducido, real, presente, sino potencial, futuro y, por supuesto, siguiendo los mandamientos de la rueda capitalista… a MAYOR CANTIDAD DE GENTE. Los discos comenzaron a ser un bien de consumo masivo. La costumbre de escuchar música cambió. La música se grababa “en vivo”. Pensemos en las orquestas de jazz o en las orquestas de tango de esa época. Todos los músicos tocando al mismo tiempo una obra mientras eran grabados. Y de aquí comienza una larga carrera de “perfección en la calidad sonora de la grabación” El deseo casi histérico de los músicos, productores, empresarios (y finalmente, el público) en grabar y escucharse “mejor”. Aún sacrificando la “vieja usanza” del arte musical, simplemente… tocar y escuchar lo tocado. Y hasta algo que hubiera perturbado a cualquier persona o músico anterior al siglo XX…, los músicos graban por separados en post de una mejor calidad en la grabación. Además, la posibilidad de tocar 40 veces la misma parte en post de una perfección técnica y expresiva que algún productor creía era la mejor.
A esto se suman las necesidades del mercado que incluye desarrollos tecnológicos para la grabación, inventos de productos para la reproducción, compra y venta masiva de discos y bienes relacionados, no tanto con la música, sino con la industria musical, que a mi criterio, no es lo mismo.

Hoy en día, ¿está mal gastarse miles en un disco de estudio, grabando todos los músicos sus instrumentos por separados, mezclando y masterizando una y otra vez, procesando ese audio, dándolo vuelta, trabajándolo, agregándole, sacándole, exprimiendo y transformando las ondas acústicas originales que fueron grabadas todo en post de una “óptima calidad”?
No, para mí, no está mal, pero lo veo como sólo una opción más, es sólo una forma de trabajar el sonido musical. Una entre otras formas, NUNCA la única, ni la mejor. Pero durante muchos años la gente, los músicos, tenían internalizado que el mejor disco es el de mejor calidad de grabación. Pero, según creo, esta forma de pensar producto de una mentira que nos han impuesto desde los años 60 en adelante, comienza a desgajarse poco a poco en nuestros días.
¿Por qué esta introducción de tinte histórica? Porque Protozoa y Organelas y en los demás temas “en vivo” de Bosque Azul, hicimos una grabación de nuestra música, un registro sonoro de la sesión de Submarino Espacial. No suena óptimamente, ni quisimos que sonara óptimamente ya que preferimos tocarlo los tres juntos. Y encima, Protozoa y Organelas esta como primer tema del disco. ¿Estamos locos? No simplemente la energía musical es más fuerte, que cualquier verdad o receta de un sistema económico cultural. Al menos así lo creo yo.
Protozoa y Organelas es música grabada, no una “grabación”. Es primitiva como su nombre. Tocamos como si estuviéramos en ese caldo primigenio, en los primeros mares pocos profundos del planeta. Donde la simplicidad se abría paso. Donde en medio del “ruido” de las moléculas chocando, la única mezcla era la de las enzimas probando nuevas asociaciones. Luchando entre sí, replicándose, dominándose. Las primeras organelas endosiombióticas y los primeros protozoos hicieron ruido. Un ruido desprolijo, crudo. Aunque no había nadie para “escuchar” las ondas sonoras resultantes de los choques, y mucho menos, adjudicarles cualidades musicales, las asociaciones y las batallas celulares reinaron en el joven planeta azul. Así los átomos se propagaron desprolijamente en los primeros millones de años de esta historia.
Luego durante mucho tiempo, el hombre hizo música, con variedad de objetos, desde tallados artefactos hueseados a delicados instrumentos musicales. Pero en común tenían la propagación “en vivo” del sonido. Y si en una fogata oscura en un remoto rito dionisíaco o en medio de una opulenta corte medieval, la música de los instrumentos se mezclaba, se unía, se fundía con todo tipo de ruidos naturales ya sea del viento, de los animales, de la gente que rodeaba a los músicos o mil posibilidades más, y todo era parte del rito, o del concierto. El ruido ambiente forma parte del discurso musical.

Y fue así hasta el siglo XX, que con su desarrollo tecnológico inventó la “grabación”. Y si bien fue mucha la gente entusiasmada con las nuevas posibilidades tecnológicas de plasmar el arte musical, también hubo muchas voces espantadas por su naturaleza artificial y sacrílega.
A la hora de juzgar un disco, no olvidemos la mercantilización del “arte más etéreo”, como llamaban los griegos a la música. El disco, ese producto tan caro de hacer y tan caro de comprar. El enorme mercado articulado y creado en torno a ese bien de consumo. Aquel enorme negocio que comenzó en los años 20, 30 y duró hasta esta década. En el presente los formatos MP3, etc. están carcomiendo y suplantando esta realidad. Aún sacrificando “calidad sonora”, la gente prefirió accesibilidad, prefirió MÚSICA, que al fin y al cabo, es lo que existía en los antiguos rituales o conciertos… música acompañada de ruidos y naturaleza humana. Aunque hoy sean otro tipo de ruidos, la esencia es la misma y es la que prima.

Protozoa y Organelas, al igual que los demás temas en vivo de Bosque Azul, no puede ser tocado por nosotros por separado, no puede modificarse el audio de la grabación en post de mejoras en calidad, y no puede ser rebajado a la categoría “DEMO” esa categoría creada por las grandes mutinacionales de la música, para desvirtuar aquella música que no es grabada, pagando miles de dólares en un estudio de grabación.
Protozoa y Organelas es música ritual, es la tragedia de las primeras moléculas, al escucharla puede uno meterse en esa desprolijidad de lo auténtico. No es una grabación de estudio, es música grabada, que no es lo mismo.  







FIN





Licencia Creative Commons
Relatos de un submarinista espacial por Maximiliano Salomoni se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.